17 de junio de 2008

A state of Wonder; Goldberg Variations

Las variaciones de Goldberg

“Hay algo de divino en ellas, algo más de lo que el oído se aventura a descubrir. Es un jeroglífico y una lección ensombrecida del mundo entero y de las criaturas de Dios; tal melodía tanto al oído como al mundo, bien entendida, valdría la pena dicho entendimiento. En pocas palabras, es una forma sensible de entender la sublime armonía que intelectualmente suena en los oídos de Dios” Sir Thomas Browne Religio Medici (1643)

¿Qué es lo que tienen la variaciones de Goldberg, que después de tantos años, no pierden su belleza?, ¿Cómo es posible que una pieza de 1742 abarrote salas de gente deseosa de escuchar tan magnífica obra?
Los sentidos se exaltan al escuchar una a una las variaciones, es sublime el sentimiento que despierta en nosotros, nos contagia de cierta alegría, su ternura y ornamentación son fantásticas. Es en todo sentido, una obra de arte destinada a perdurar por siempre en la memoria del mundo.

¿Como es entonces que nacieron dichas variaciones? Es el primer biógrafo de Johann Sebastian Bach, Johann Nikolaus Forkel, el que nos da cuenta de tan maravilloso nacimiento:
El conde Keyserling, era el embajador de Rusia en la corte de Dresden. La música siempre fue la pasión del conde así que en su casa en la ciudad de “Neustadt”, se rodeo de grandes y talentosos músicos, tal es el caso del joven Johann Gotlieb Goldberg; en el año de 1740, el conde Keyserling, manda llamar al renombrado Bach con el fin de instruir al joven Goldberg.
El conde, sufría de problemas de insomnio, lo cual le hacía pasar infinidad de noches sin dormir; el joven músico era el encargado de tocar el clavecín para él, con el fin de ayudarle a conciliar el sueño.
Es así como el embajador de Rusia le encarga a Bach la creación de algunas piezas de clavecín para que Goldberg las interpretara en sus noches de insomnio para así lograr conciliar el sueño.
El artista decidió que lo mejor para satisfacer dichos deseos era el crear una serie de variaciones, ya que al repetirse el mismo acorde harmónico, lograría el efecto requerido. Bajo la pluma del maestro, las variaciones se convirtieron de una petición a una hermosa realidad, el conde agradecido, entregó a Bach una copa de oro llena de cien Louis d’ors (equivalente al pago de un año como compositor de la corte).
A partir de entonces el conde llamaba a dichas piezas “sus variaciones” y en sus peores noches le pedía a su querido Goldberg le interpretará alguna de sus variaciones.

La pianista Angela Hewitt apunta al respecto: “Es en la armonía donde Bach crea una sólida base, sobre la cual construye un hermoso edificio que es tanto sublimemente proporcionado como asombrosamente variado”
Gran cantidad de artistas ha tocado las variaciones de Goldberg, sin embargo, me atrevo a decir que su máximo y mejor intérprete es el canadiense Glenn Gould, el cuál, tiene seis versiones publicadas (1954, 1955, 1957, 1959, 1964, 1981)
Es con su versión de 1955 con la que se hace famoso, en una época en la que Bach era considerado por la sociedad como un músico clásico para eruditos.
Su interpretación es profundísima, las tocatas y zarabandas encuentran en el piano del canadiense una fuerza imponente, el ritmo es un tanto acelerado quizá, pero preciso.
Su piano suena alegre, el salto de sus manos impresionante, es todo un deleite el mirar a Gould interpretar al clásico alemán. La versión de 1980 esta impregnada de una nostalgia y un romanticismo exquisitos, más lenta que su versión de 1955 (51 minutos vs. 39, claro está, que en esta versión incluye algunas de las repeticiones) su canturreo a la hora de interpretar le da una solemnidad que nos obliga a escuchar en silencio tan maravillosa obra, la forma en la que acaricia las teclas de su piano quita el aliento de cualquiera, a cada nota le da un pedazo de su corazón. Toca con una furia desbocada, que no por eso, le quita recogimiento y calidez a cada una de las variaciones.

Su interpretación de la variación número 13 – una de las más emotivas – es capaz de hacer vibrar el alma, su canturreo es evidente en esta variación, nos comparte la sensación de volverse uno con Bach, el entenderlo es superfluo, sin embargo ayuda sobremanera a nuestra apreciación intelectual de la obra, nos transporta a otro lugar, el acompañamiento de una mano izquierda que no se pierde ante el contrapunto es sublime.

Los saltos que da hacia el final enchinan nuestra piel, nos dejan en una ataraxia total; el cambio de manos es imperceptible al oído, los cromatismos musicales nos sumergen en un profundo sueño, el cual, poco a poco va terminando por un alegre jugueteo de la variación 14.

Tanta ornamentación en la partitura nos transporta a un mundo barroco, parece existir un horror vacui gigantesco en Bach, sin embargo, un artista de su talla, es capaz de reír de las reglas haciendo de la ornamentación algo necesario para la obra.
El recogimiento del cual se hablo con anterioridad, es evidente en la variación número 15, el canon es de una tristeza sorprendente, el estilo andante de la misma le proporciona fluidez; poco a poco, la profunda fe de Bach se percata de que tal tristeza es vana, vacía, existen cientos de razones para no tenerla. Poco a poco, como en un acto de fe, la interpretación crece, nos transmite esperanza, pasamos a la variación 16.

Así podría ahondar en cada una de las variaciones, el canon de la 27 es glorioso, el aria de apertura y el aria final son fantásticas, la introducción de temas del folklore alemán le dan una alegría infantil, una alegría que el más disciplinado de los hombres no podrá dejar de lado, una alegría que le infundirá un sentimiento extraño de paz, de saber que hay muchas mas cosas en la vida que el trabajo, cosas como el mirar el ancho cielo y el profundo mar… con un melancólico Gould interpretando detrás.
Las interpretaciones de Gould son toda una leyenda, es aclamado por unos como censurado por los ortodoxos seguidores de Bach; la excentricidad de Gould lo llevó a experimentar con Bach en el piano, esto lo consagró.

“Hay dos tipos de personas en el mundo: Los que conocen las variaciones de Goldberg y los que no; entre los que las conocen de igual forma hay dos: los que las entienden y los que no.”
Es preciso escuchar a Gould para comenzar a entender la belleza que hay en ellas. Cada vez que uno las escucha, es una oportunidad más de entender en ellas algo nuevo, la fragilidad de un hijo, lo infinito de Dios, lo hermoso de los atardeceres, la calidez de un abrazo… ¿Qué desea encontrar?

En verdad si es una forma sensible de entender la sublime armonía que intelectualmente suena en los oídos de Dios; poseen un poder de curación impresionante, uno se siente reconfortado al escucharlas, es capaz de conciliar el sueño ó paradojicamente no lograr conciliarlo por terminar de escucharlas.



Todo esto sale de que recien adquirí mi Cd Glenn Gould llamado "A state of wonder" donde vienen las grabaciones de 1955 y 1981 más aparte un Cd de entrevista a Glenn Gould, es una obra fantástica con una hermosa caja y unas ilustraciones interiores increíbles. Gran cantidad de datos acerca de la obra del artista, recomendaciones, forma de escuchar las variaciones; en fin es un cuerno de la abundancia.

At age 13 Gould had an epiphany about the power of imagination. He recalled that, because of the noise of a nearby vacuum cleaner, "In the softer passages [of a Mozart fuge I was playing] I could sense the twactile relation with the keybord... and I could imagine what I was playing, but couldn't actually hear it." He later claimed after perfoming the Goldberg's: " The purpose of art is not the release of a momentary ejection of adrenalin but rather the gradual, lifelong construction of a state of wonder and serenity."

"La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía" Ludwig van Beethoven

"Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música" Aldous Huxley