15 de octubre de 2008

Macbeth

Macbeth y Banquo regresan victoriosos de una campaña, en la cual a medio camino, le es presagiado a Macbeth, que éste sería proclamado barón (thane) de cierta región escocesa y que posteriormente sería nombrado rey; mientras que a Banquo a pesar de no tener linaje real, le sucederían sus descendientes en el trono. Acto seguido Macbeth es nombrado thane. Cosa curiosa que en Shakespeare, el misticismo sea un tema tan recurrente a lo largo de su obra, curioso de igual manera que los personajes implicados en la misma siempre caigan embelesados por lo profetizado y busquen y encuentren la manera de cumplir la profecía.

A lo que me refiero con esto, es que, Macbeth cae en las redes de lo profetizado por las brujas y presa de ésto, busca por todos los medios el lograr convertirse en rey y habiéndolo logrado mantenerse en el poder buscando el mismo misticismo que profetizó su ascensión al trono, para mantenerse en el mismo.
Esto me hace pensar que en gran cantidad de ocasiones las profecías shakesperianas, no son más que una simple manifestación de la psiche de los personajes, pensamientos que encuentran mayor fuerza narrativa en la aparición de las moiras más que en una manifestación de su ego hablando.
Todo esto es dado por la victoria que Macbeth obtiene en la campaña castrense y ve en esto, la oportunidad perfecta de obtener el trono. La codicia y ambición de su esposa hacen eco en los pensamientos de Macbeth encontrando en ella la fuerza para perpetrar tan bajo acto de traición y vileza. Sin embargo, la aparición de las tres brujas, tiene de igual manera una magnitud importantísima, ya que, si obviamos mi argumento anterior de la manifestación de la psyche del personaje, el hecho que las brujas profeticen la ascensión de Macbeth, implica que deseos oscuros nazcan en el corazón del personaje, el cual, viendo en su esposa que dicha ambición es justificable urda el plan para hacerlo.

Dado lo anterior surge otra pregunta importantísima ¿Era realmente importante el delito de Macbeth? La fatalidad del personaje caen en proporciones edípicas, donde por más que se busque el cumplir o no cumplir una profecía, el peso del futuro es irremediable y a su vez irrefrenable; ¿Hubiese caído sobre la casa de Macbeth tales desgracias en caso de que hubiese echo oídos sordos a la predicción de las moiras? Los 3 demonios (en el sentido platónico de la palabra) urgen a Macbeth en caer en deslealtad para así después, ser castigado por el destino perdiendo así a su esposa, su recién adquirido reino y en últimas instancias su vida.

Macbeth entonces se convierte no en el despiadado asesino, sino, en una presa del destino donde los dioses, juguetean con la vida de sus creaciones siendo para ellos, una mera diversión el presenciar la desdicha de sus creaturas. Pierde por dicha profecía el libre albedrío, siendo este el rasgo de humanidad que nos diferencia de los animales, no es más que un mero títere orillado por su circunstancia a cometer actos impensables. Bien decía Ortega y Gasset “Yo soy yo y mi circunstancia, si no la salvo a ella no me salvo yo” Macbeth pierde toda capacidad de lo anterior y Banquo, su antiguo amigo y compañero de armas es en realidad el verdadero vencedor, ya que aún habiendo sido asesinado, imprime en Macbeth un sentimiento de culpa, que apesadumbra el alma, llenando de obscuridad el ya de por sí reducido panorama de Macbeth.

Es el vencedor ya que su linaje venga la traición cometida por Macbeth y repone una corona legítima donde el traidor, es derrocado estableciendo lo que con anterioridad había sido predicho.
Aún así, siendo un títere de los dioses, su albedrío no es del todo coartado, ya que, la ambición juega un papel importantísimo a lo largo de la obra. Dota a la obra en ocasiones de una irracionalidad de proporciones apoteósicas, es en la ambición donde Macbeth encuentra su libertad, pues es ésta, la que en últimas instancias le orilla a sus tan funestas acciones; es la ambición de su mujer la que le orilla a alucinar sus manos manchadas de sangre, presa del “pavor” (fear como dice el original en inglés) originado por la congoja de cargar en sus manos con sangre inocente.
La ambición es entonces un arma de dos filos, entendida desde el concepto de la obra, es por tanto una ambición malentendida, ya que, sin importar los medios, el satisfacerla, acarrea a los hombres a la irracionalidad con anterioridad mencionada.

Cosa paradójica entonces la ambición, pues siendo el factor de libertad, al dejarse guiar por ella, degenera en una total e irremediable perdida de la libertad; convirtiéndose no tan solo en un títere de su destino, sino en un títere ciego deambulante por los pasillos de la vida el cual va trastabillando sin control para toparse únicamente con la irremediabiliad de su propia muerte, circunstancia a la cual nadie se salva.
Esta obra tan llena de claro-oscuros (mayormente domindada por la oscuridad) es de una fuerza gigante, presa de múltiples interpretaciones, sin embargo, encuentro en las palabras de A. W. Schlegel, a propósito de la Orestíada de Esquilo, una verdad gigantesca: "La poesía trágica no había producido nada más grandioso ni más terrible".

14 de octubre de 2008

Jorge Luis Borges y el Aleph

Comentarío atinadísimo de un compañero del colegio:

Yo-"No puedo pararme frente a un salón a dar una ponencia del aleph, seguramente nadie sabe lo que es el aleph"
Él: "Ni jorge Luis Borges tiene idea de que es el aleph..."