23 de abril de 2007

Una batalla por Beatriz

¡Un aleph!, una oportunidad que encierra la oportunidad de verlo todo desde todos los ángulos, más allá del tiempo. Beatriz, Beatriz Elena… las historias se hermanan, las batallas en el desierto que es mi corazón me hacen recordarla, se apresura el paso, llego a la casa, se me conduce a la sala y ahí esta la imagen de Beatriz, por siempre Beatriz, el Aleph me presenta una oportunidad más, bajo la escalera, recostado en el piso, decimonono escalón, me invade el miedo, cierro los ojos, los abro…

Fue en ese momento en que el presente se volvió eterno, todo visto desde todos lados, ver todo el mundo, desde todos sus ángulos, ¿No implicaría el conocimiento absoluto?
Posteriormente se aclara que es un falso aleph, de ser esto posible, ¿Es quizá este un reflejo del verdadero? ¿Cómo saber que no es el verdadero? Es complicado en verdad el tema; ver todo de todos los ángulos posibles, implicaría el conocer la cosa por su esencia, como teniendo la capacidad creadora de una inteligencia divina superior que tiene un conocimiento eterno de sus creaciones, es capaz de contemplarlas desde un eterno presente –en similitud con el aleph- pues como creador crea el tiempo, no se puede encontrar atado a él.

El aleph de espectadores nos convertiría en creadores, conoceríamos la íntima diferencia entre dos granos de arena, la similitud genética de todas las personas, la belleza del amor, la semejanza entre mi Beatriz, la suya, la tuya, podríamos también, ver el comienzo del universo, su final, que hay más allá; Nos veríamos mirando el aleph y veríamos nuevamente dentro de él. Seríamos capaces de autodestruirnos, de destruir el tiempo, mandaríamos nuestra existencia al infinito, no podríamos recorrer esa distancia, como una contemplación beatífica.

Sería conocer las cosas en una especie de concepción platónica de las ideas, quizá esto nos impediría volver a hablar de las cosas, nos creerían locos, la verdad sería imposible de transmitir, habríamos sido iluminados, y nuestros compañeros se verían irremediablemente amarrados al mundo de la caverna. Al conocer todo por todos los ángulos, el mundo no nos asombraría jamás, un mundo plagado de accidentes no vale la pena, me parece imposible pensar el ser capaz de separarse de tan magnífica visión. El tener en la vista el poder del conocimiento ontológico de las cosas, representa el máximo grado de abstracción al que el hombre podría aspirar. Sería el conocer las cosas tal como Dios las ve, sin dejar por un segundo la tierra. Todos nuestros conocimientos se volverían a priori.

Con la pura vista seríamos capaces de viajar años luz sin la necesidad del paso del tiempo, seríamos capaces de contemplar el pasado, el futuro, y todo en este momento. Se anula la existencia del tiempo, se anula el movimiento, se anula el cambio, así pues, podríamos estar seguros de nuestra existencia pero nada más.
El resto del universo coexistiría en nuestra mente, sería incomunicable, seríamos Dios.

Más el aleph que miré era un falso aleph, el verdadero se encuentra dentro de una de las columnas de una antigua mezquita, los vastos salones de la memoria suelen perder datos, he perdido mi visión, indiferente, del aleph, la edad hace que la memoria olvide las cosas, me niego a olvidar a Beatriz, mi Beatriz…

3 comentarios:

david-. dijo...

And the only word there spoken was the whispered word, 'Lenore!'
This I whispered, and an echo murmured back the word, 'Lenore!'
Merely this and nothing more.

Horror vacui.

Anónimo dijo...

jejeje esto ya lo habia leeido

Roberto Rivadeneyra dijo...

Aunque ya lo hubieras leído, querido Goldenlink, como bien dijo Borges, es un nuevo texto dado el contexto en el que está.

Maravilloso.