Principios del siglo XX, el nuevo siglo a traído consigo una sociedad hipócrita, pedante y superflua. La diversión y en cierto modo, la rutina del día, consiste en asistir al café de moda, sentarnos en un chaise longue y discurrir con los presentes.
Es necesario adquirir cierta pose, tener cierto caché al hablar y saber un poco de todo para así impactar con nuestro "vasto" conocimiento y cosmopolitismo. Evidentemente tenemos que tener el modelo europeo en nuestro vestir; es así, que la imaginación no puede cumplir mucho tiempo esta función y el hombre, cansado y hastiado de la sociedad a la que vive subyugado, huye, escapa rápidamente al campo.
Sin embargo, el hombre, culpable de su propia incapacidad, escapa bajo una mentira, huye del bullicio y "govorroteo" de la ciudad a instaurar en el campo el protocolo citadino. Se vanagloria de su saber y así, ebrio de lisonja, regresa a la ciudad a ponerse al tanto para brillar una vez más.
Todos los actos del hombre carecerán de altura, todas sus ideas de profundidad, ello es así por cuanto el hombre se ha entregado en cuerpo y alma al imperio de unas necesidades prácticas que no toleran el olvido; es así que el hombre juzgará cuanto le ocurre en un aspecto de conocimiento que lo liga a la multitud, cuyas consecuencias igualan la de los demás. Bajo ningún pretexto sabrá percibir su salvación...
Principios del siglo XXI, hemos recibido una sociedad decadente, sociedad mediocre, sociedad con el fenómeno de los "borregos". La ciudad es un excelente lugar donde podemos exibirnos, más no existe mejor oportunidad para aquello que una pequeña escapada al campo. El exibicionismo comienza al llegar al "lugar de descanso" la zona influye, la decoración arquitectura y no podemos olvidar las comodidades que el lugar brinde. Mientras más parecido sea a nuestro lugar de residencia en la ciudad es mejor. Imposible pensar el llegar sin tener a la mano un moderno reproductor de música, una computadora es ideal, conexión de banda ancha aún mejor y por supuesto, en la noche no puede faltar asistir al "antro" de moda. Es triste la imagen que se percibe, se olvidan las inhibiciones, se olvida todo, no importa nada. No se sabrá en la ciudad, y aparte de todo nos sentimos respaldados por la lejanía de nuestro hogar.
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Cfr. Primer manifiesto surrealista; Andrè Breton
Las ventajas de no estar a la moda; Salvador Novo
5 comentarios:
al vivir en el campo nos dedicamos a vivir para nosotros mismos al vivir en la ciudad vivimos para los demas,,, y nuestra vida?
Chano: Apegandome a tu comentario, me parece que tú solo te has dado la respuesta: En el campo
a lo q me refiero es,,, los que vivimos en la ciudad,,, donde esta nuestra vida?
nos dedicamos a actuar,,, por ansia de reconocimiento
y nuestra vida?,,, la hacemos a un lado,,, donde esta?
Yo estoy totalmente de acuerdo. Sólo dime: ¿qué es "chaise longue"?
jajajajaja quiero ver la cara de tu maestra favorita cuando lea eso.
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